Los recientes acontecimientos en la granja porcina de Quintanilla del Coco, en Burgos, han dejado al descubierto prácticas aberrantes que han estremecido a nuestro sector porque creíamos que esas cosas ya no sucedían en nuestro país.
Las imágenes que salieron a la luz, dejaron al descubierto una serie de irregularidades muy llamativas en materia de bienestar animal, bioseguridad y limpieza que han manchado a nuestra industria de forma notable y, lo peor de todo, es que se difundieron como la pólvora en todas las esferas de nuestra población.
Además, es que la granja en cuestión contaba con una certificación de AENOR en Bienestar Animal desde 2019, lo que redunda aún más en el daño y resta credibilidad a todas y cada una de las campañas que realizamos desde el sector para que la sociedad comprenda todo lo bueno que se hace en esta industria.
Situación dantesca
La gravedad de la situación ha llevado a Welfair a realizar una revisión interna, reconociendo la necesidad de implementar mejoras para prevenir situaciones similares en el futuro.
De hecho, esta es la primera vez que se expulsa a una granja de la certificación motivada por una denuncia externa, lo que resalta la importancia de una vigilancia constante y la transparencia en la industria.
Este escándalo no sólo afecta la reputación de la granja en cuestión, sino que arroja sombras sobre todo el sector cárnico español y amenaza con empañar los esfuerzos del país por ser un referente en bienestar animal a nivel mundial.
Por eso, creo que es crucial que, en lugar de ignorar estos hechos como incidentes aislados, tomemos medidas efectivas para asegurar el cumplimiento de las normativas y denunciemos nosotros mismos a todos aquellos que no lo hagan porque, cuando suceden situaciones de este tipo, echo de menos mayor cohesión y arrojo a la hora de alzar la voz contra quienes cometen este tipo de fechorías.
Valientes para denunciar y alzar la voz
Más allá de los comunicados institucionales, parece que el sector quiera taparlo todo y pasar página cuanto antes para que no haya mucho ruido y los daños sean menores. Y precisamente esa actitud creo que es gasolina para aquellos que quieran hacer leña del árbol caído.
La industria no puede permitirse el lujo de ser cómplice o mostrarse pasiva frente a prácticas que socavan la integridad del sector en su conjunto porque, aunque este tema afecte a una sola granja, incide en la confianza del consumidor y le genera dudas sobre la integridad del sistema de certificación.
Es crucial que las asociaciones y representantes del sector actúen de manera proactiva para identificar y aislar a aquellos que no cumplen con los estándares normativos. La creación de un sistema de denuncia anónima, la colaboración con organizaciones independientes y la implementación de auditorías más exhaustivas son medidas que pueden ayudar a erradicar prácticas inaceptables.
Alzando la voz contra aquellos que hacen mal las cosas, la industria puede demostrar su compromiso con la integridad y la responsabilidad, restableciendo así la confianza del consumidor y forjando un futuro donde la ética sea la columna vertebral del sector cárnico en nuestro país.
