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Día Mundial del Veterinario

Pablo Huegun, veterinario: “Ser veterinario es vocacional, sacrificado, pero muy gratificante”

Por Beatriz DeparesResponsable de contenidos de Cárnica
Con motivo del Día Mundial de la Veterinario, que se celebra cada año el último sábado del mes de abril, desde el área Cárnica de C de Comunicación hemos querido acercarnos a esta profesión que juega un importante papel, no sólo en la salud de los animales, sino también en la salud de las personas. Por ello hoy hemos querido conocer a Pablo Huegun, un joven veterinario pamplonés, ganador, en 2020, del premio de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España por su TFG y que además, ha experimentado cómo es ser veterinario fuera de nuestras fronteras.

Pablo Huegun es uno de esos veterinarios, que se dice, vocacionales, aunque reconoce que su trabajo es “sacrificado, pero muy gratificante”. Desde pequeño siempre supo que quería ser veterinario. Sus padres, ambos, lo son, su madre de pequeños animales y su padre, de grandes.

Así que cuando tuvo que decidir qué estudiar lo tenía claro. “Sí, la verdad que desde pequeño tenía claro que iba a ser veterinario. La incertidumbre la tenía sobre si me iba a llegar la nota o no. Pero, para mí, siempre supe que quería dedicarme a esto”.

Aunque le apasiona su profesión, Pablo considera que la profesión no está bien valorada económicamente.

Desde bien pequeño, este joven pamplonés de 27 años, recuerda que solía acompañar a su padre en el coche cuando a éste le tocaba cubrir alguna urgencia o algún parto y coincidía con el fin de semana o en periodos de vacaciones escolares.

La decisión de si centrarse en animales grandes o pequeños tampoco le costó mucho. Aunque ambas especialidades le apasionan, se decantó por los animales de granja. porque, tal y como nos confiesa, “siempre me ha gustado más el estar fuera de casa que el estar dentro”.

De Pamplona a Valencia

Realizó sus estudios de Veterinaria en la Universidad CEU Cardenal Herrera, y en 2020 recibió el premio ‘Super Feed, Mariano Illera Martín’ de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España (RACVE) a la mejor investigación sobre Fisiología y Nutrición en Veterinaria por su trabajo de fin de grado ‘Análisis de diferentes parámetros reproductivos en ganado bovino de raza pirenaica’.

“La verdad es que no me esperaba para nada ganar este premio. En ese momento me encontraba en Normandía, casi aterrizando, sin saber hablar apenas francés… En ese momento no me sentía muy valorado, tenía muchas dudas, y de repente en España me estaban dando un premio, lo que me dio un poco de fuerza y me hizo ver que sí valía para esto” ya que, “sí que es verdad que el comienzo fue un poco complicado”.

Desde hace un año y medio, Pablo desempeña su labor veterinaria en el grupo Albaikide, la misma empresa en la que trabaja también su padre.

La curiosidad por aprender

La curiosidad por conocer cómo era ser veterinario fuera de nuestras fronteras fue lo que empujó a Pablo Huegun a trabajar en varias regiones de Francia hasta llegar a Martinica, una isla francesa del Caribe.

“Al terminar mis estudios, empecé con un contrato de formación en la empresa en la que trabajo actualmente, pero no quería ya asentarme en una empresa donde quedarme a trabajar toda la vida así que decidí salir de España para ver un poco cómo era trabajar de veterinario en otros países y conocer otras técnicas y así es como llegué a Francia”.

En Francia estuvo cuatro años trabajando y lo hizo en varias localizaciones. En Normandía trabajó con vacuno lechero y de carne; en el Départament de Charante, con ganado limousine; en los Pirineos Atlánticos, país vasco francés, con ovino lechero y Blondas de Aquitania; y en la Isla de Martinica, con pequeños animales y ganado de producción de Mixto de Cebú con razas europeas.

Una experiencia gratificante

“Fue una aventura bonita. Profesionalmente trabajar en Martinica me aportó mucho porque al tratarse de una isla, los antibióticos tardaban en llegar y a menudo no contaba con las herramientas necesarias en el momento por lo que, a la hora de tratar ciertas patologías, debías buscar soluciones alternativas para tratar de solventar el problema. Ahí aprendía a dar la vuelta a los problemas y buscar soluciones”, explica.

En la isla de Martinica Pablo trabajó durante cinco meses, cubriendo una baja por maternidad, y define esta experiencia como “muy gratificante”.

Además, personalmente la experiencia fue “muy gratificante, porque la gente allí es muy agradecida, ya que por ejemplo un ternero o un cerdo servía a una familia para pagar la universidad de la su hija, así que imagínate cómo reaccionaban cuando conseguías salvar la vida al animal”.

Tras su paso por Francia, Pablo comprobó que ejercer la profesión allí era diferente que aquí en España. “El veterinario francés es distinto. En las regiones en las que estuve el cliente está más cerca, a un radio de 20 kilómetros como mucho, y directamente te llevan el ternero a la clínica. Es otra forma de trabajar. Tal vez allí los veterinarios son más clínicos y cuentas con herramientas o formas de pensar o tratamientos que aquí no ves. En España creo que vamos más a la rentabilidad y en Francia van más al individuo, lo que me permitió también aprender aspectos que son interesantes”.

Veterinario, una profesión poco remunerada en España

Aunque aún no ha cumplido los 28, Pablo lo tiene claro. “No me veo haciendo otra cosa, pero es una vida sacrificada. Ves el tiempo que le dedicas, sobre todo, a las guardias, festivos… y es sacrificado. Es vocacional, sacrificado, pero muy gratificante”.

Se trata, explica, de una profesión bien valorada por la gente, pero considera que económicamente no lo está. “En Francia el salario mínimo son de 2.700 euros brutos, solo por tener el título. Aquí, estamos en 1.400 euros, creo, y además tienes un tercio menos de festivos, un tercio menos de fines de semana… Tampoco ganas tanto como para decir, oye, esta compensa, pero me gusta lo que hago”. 

Pese a la importante labor de los veterinarios, “la gente creo que no es consciente de que los profesionales veterinarios también hacemos de barrera y que estamos protegiendo a la humanidad de muchas enfermedades animales” y, aunque es importante que haya un Día Mundial del Veterinario “me gustaría más que se hablara en las noticias, en las escuelas… de toda nuestra labor y de lo esenciales que somo”, concluye.

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