Me temo que este slogan tan solidario es aplicable solo a los tres mosqueteros, pero cuando hablamos de nutrición, resulta imposible aplicarlo.
La dieta es el conjunto de alimentos que normalmente incluimos en nuestra alimentación, pero usualmente nos referimos a ella cuando estamos siguiendo una dieta de adelgazamiento. Existen varios tipos de dietas, como las de deportistas, las hipocalóricas, las dietas equilibradas, las dietas bajas en sodio, las dietas hiperproteicas y muchas más.
Cuando hablamos de alimentos como las carnes en la dieta, la situación se complica. A pesar de que existen recomendaciones oficiales realizadas por el ámbito médico-científico, si profundizamos en la nutrición, que es el efecto que tienen los alimentos que elegimos en nuestro organismo, veremos que el tema es más complejo de lo que parece.
Mayor información en materia nutricional
Las recomendaciones nutricionales, al igual que las calóricas, se basan principalmente en el sexo y la edad, además de algunos criterios estándar basados en medias. De esta manera, establecemos recomendaciones para el consumo de las distintas carnes entre tres y cuatro veces por semana y consideramos el consumo ocasional para los elaborados cárnicos.
En ocasiones, cuando intentamos simplificar lo complejo, podemos perder de vista la profundización adecuada, lo que puede tener consecuencias en la población, que se queda con mensajes que son medias verdades.
La nutrición es una ciencia que avanza rápidamente, y cada vez se conoce más sobre el efecto de los alimentos y sus nutrientes en nuestro organismo. Se ha avanzado en el conocimiento de la microbiota, esos seres microscópicos que conviven con nosotros en nuestro organismo de forma natural, y sus variaciones y su influencia en la salud en función de la alimentación. Incluso se ha avanzado enormemente en el conocimiento de la influencia de la genética y la nutrición, gracias a la nutrigenómica.
Modelos nutricionales a la carta
Se está avanzando hacia una alimentación y, por tanto, una nutrición cada vez más personalizada, donde cada individuo recibe recomendaciones en función de su sexo, edad, situación fisiológica y hábitos.
Por eso, deberíamos trabajar cada vez más en establecer recomendaciones personalizadas de consumo de carnes, ya que la dieta de una embarazada no es igual que la de un niño, un anciano, un deportista de élite, una persona con patologías, alguien que hace ejercicio, o alguien sedentario.
Además, en el caso de las carnes, el tema se complica, ya que la carne de vacuno no aporta los mismos nutrientes que la de cerdo, ovino, caprino, aves, conejos, potro, avestruz… Y si hablamos de los elaborados, un jamón curado es muy diferente a un jamón cocido, a un lomo, un chorizo, una salchicha… y la lista sería interminable. Por otra parte, existen diferencias entre los distintos cortes de cada una de las piezas, destacando algunas de ellas consideradas ‘menos nobles’ debido a su aporte en colágeno, por ejemplo.
Con todo esto, la estandarización de la dieta puede parecer adecuada en los manuales de formación, donde uno necesita referencias, pero si realmente queremos ofrecer una dieta equilibrada, variada y nutricionalmente saludable a cada grupo de población, es importante conocer en profundidad su situación personal y sus hábitos, para que estas recomendaciones dietéticas cumplan con el objetivo final, que no debería ser otro que mantener un buen estado de salud.