Al igual que el desarrollo de la enfermedad es multifactorial y se desencadena con el tiempo y la repetición del mal hábito alimentario o de estilo de vida, del mismo modo la actual situación de crisis económica no es algo que dependa de un único factor ni haya aparecido de forma espontánea. La alimentación y, por tanto, nuestra nutrición, va a depender del acceso que tengamos a unos alimentos de calidad y a un precio asequible.
La realidad es que el consumo de productos frescos está cayendo, y esto nos lleva a plantearnos la siguiente cuestión: “¿qué estamos comiendo?”, y ¿por qué? Qué productos están siendo la base de nuestra dieta si cada vez consumimos menos carne, pescado, frutas y verduras, lácteos, aceite de oliva…
Según datos de Kantar sobre hábitos de consumo, presentado en las jornadas Distrimeat, en Meat Attraction, aunque la frecuencia de consumo se mantiene, se reduce el tamaño de las raciones. Según los últimos datos del MAPA, más del 12% de caída de consumo de carnes. En los últimos 4 años, 30 kg. menos de carne por hogar… y seguimos.
Negocios cada vez más ahogados
El pequeño comercio lleva experimentando en los últimos años un incremento en todos sus costes: energía (necesitan el frío permanente en sus cámaras y expositores para garantizar la seguridad alimentaria), alquileres de locales, gas, suministros, materias auxiliares (bolsas, papel, consumibles…), salarios, materias primas… cualquiera que tenga una empresa hoy en día está sufriendo muchos de estos incrementos, pero en el caso del comercio tradicional hay poco margen de maniobra. Son microempresas, familiares mayoritariamente, que no tienen en ocasiones músculo económico ni otros recursos, como para hacer frente a esta situación sostenida en el tiempo.
El comercio ha dado y sigue dando muestras de su solidaridad. A pesar de un incremento de costes de cerca del 60%, la repercusión en los precios ha sido de apenas un 12%. Las carnes y derivados son de los alimentos más estables en cuanto a precios que podemos encontrar en el mercado.
La bajada del IVA de las carnes -no ya la eliminación, como en otros productos considerados “básicos”, que podría ser objeto de debate-, la simple bajada al tipo superreducido como existe en otros países, la ayuda del bono social también para consumo en el canal tradicional, la bonificación a las contrataciones indefinidas, las medidas para reducir la carga impositiva de los autónomos, componente mayoritario del comercio especializado, la mejora de la calidad normativa, reduciendo la ingente cantidad de normativa a la que se ve sometido el sector, podrían entre otras contribuir a paliar la ya delicada situación de un comercio que ve cómo cada vez pierde más competitividad, con un 15% de desaparición de negocios en los últimos cinco años.
Apoyo al comercio tradicional
Las administraciones tienen mucho que decir no sólo con la contención de precios, sino con el modelo de comercio que queremos para nuestros pueblos y ciudades. Un modelo en el que todos los operadores tengan cabida y el consumidor de verdad pueda elegir entre toda la oferta. Para ello, es importante que se pongan distintas medidas en marcha, de forma multidisciplinar, sin promover o penalizar unos formatos de comercio sobre otros. Para que podamos seguir eligiendo entre la más amplia oferta, el comercio tradicional debe formar parte de la ecuación, por algo representa aún el 30% del mercado en carnes (según informe Kantar).
Si queremos mantener una dieta mediterránea, es importante que tomemos desde ya medidas que favorezcan el consumo de productos frescos, base del canal tradicional. Y para ello tenemos que rebajar las tensiones que afectan actualmente a la cesta de la compra y a la cadena agroalimentaria. Todo suma.
Realmente somos parte de la ecuación y estamos en un momento muy delicado. Gracias por el artículo. Hace falta concienciación.