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Las actividades tradicionales no son atractivas, y hay que decirlo

Las actividades tradicionales no son atractivas, y hay que decirlo

Por Jorge Cocero

Durante los días previos al comienzo de la Semana Santa, mis compañeras Beatriz, Violeta y yo mismo tuvimos la oportunidad de acudir a una explotación ganadera ovina en Zaragoza, con motivo de un encuentro organizado de prensa para que conociéramos mejor una de las joyas gastronómicas de la región: el Ternasco de Aragón.

Charlando con Alfonso, el ganadero encargado de llevar el día a día de esta explotación, percibes de inmediato algo que seguramente todos sabemos pero que no nos paramos a pensar con detenimiento cuando hablamos del concepto de ganadería de forma general y nos dejamos llevar por el romanticismo de este oficio. Y es que esta profesión, no debemos engañarnos, es una actividad muy dura y resulta extremadamente sacrificada.

Una opinión unánime

Nada más montarnos nuevamente en el coche, lo primero que comentamos mis compañeras y yo fue lo bonito que era todo aquello, la suerte que tuvimos por poder conocerlo más a fondo, pero también coincidimos en señalar la dificultad que nos pareció que tenía sacar adelante una explotación como esa. Y eso que, tecnológicamente, estaba muy avanzada y tenía varios sistemas de automatización de procesos que aliviaban un poco a sus trabajadores en algunas tareas. Algo no siempre habitual.

Las actividades tradicionales no son atractivas, y hay que decirlo
Ovejas destinadas a la creación del Ternasco de Aragón de la explotación ganadera que visitamos en Zaragoza.

Pero lo siguiente que mencionamos en nuestra conversación fue el duro reto que supone hacer atractivo este oficio para cualquier joven que esté valorando sus opciones laborales futuras.

Porque sí, estamos hartos de escuchar que el relevo generacional para estos sectores es un problema y hay que atraer a la juventud para empezar a ponerle solución, pero la cuestión está en cómo narices piensan hacer que este colectivo ponga su mirada en este tipo de actividades cuando tenemos que darnos cuenta que, muchos de estos oficios, ya no gozan de una gran imagen entre la sociedad, son percibidos como ocupaciones casi esclavizantes y, para colmo de males, tampoco se gana demasiado dinero en ellos.

Y lo que es peor, como hemos escuchado directamente de la boca de un carnicero del Mercado de Torrijos en Madrid o lo hemos leído en el blog de María Sánchez, ni siquiera muchos de los trabajadores que se encuentran dentro de ellos quieren que su descendencia siga sus estelas laborales.

Es difícil de creer, pero esta es la realidad que enfrenta la industria. Entonces, ¿Cómo podemos esperar que la situación mejore si los mismos que se dedican a ella no están convencidos de sus beneficios?

Algo más que palabrería

Lo que es seguro es que las palabras vacías no van a servir de nada para solucionar un problema acuciante de difícil solución. Mientras no se tomen medidas para fomentar el interés en este tipo de oficios tradicionales simplificando normativas y regulaciones, o creando incentivos fiscales de algún tipo, va a ser imposible que se frene la tendencia actual.

También sería importante destacar la trascendencia en la implementación de soluciones tecnológicas innovadoras en este tipo de sectores que, a priori, podrían parecer poco modernos, con el fin de incentivar esa faceta y así hacer más atractivos este tipo de oficios.

Las actividades tradicionales no son atractivas, y hay que decirlo
Jóvenes universitarios, un perfil actualmente desinteresado en el mantenimiento de oficios tradicionales.

Asimismo, se podrían incluir programas universitarios especializados en estas industrias, que incorporen capacitaciones prácticas y programas de aprendizaje. La educación y formación adecuadas podrían proporcionar a los jóvenes la confianza y las habilidades necesarias para introducirse en estos sectores y, sobre todo, hacerles ver que pueden ser opciones interesantes para sus futuros.

En las escuelas también sería aconsejable que se haga mayor hincapié sobre la importancia de este tipo de trabajos, que son fundamentales para la economía de muchas regiones, para la producción de alimentos y para el bienestar de la sociedad en general.

Un giro de 180 grados

Al final esto no son más que ideas que podrían cambiar la realidad actual de estos oficios, en donde sus trabajadores se ‘matan’ a trabajar y están constantemente sorteando desafíos de todo tipo que no hacen más que poner en serio peligro su estabilidad.

En definitiva, para darle la vuelta a esta situación, hay que empezar por lo más básico, que es reconocer que son oficios sin ningún atractivo, que son duros, que son poco rentables y que, por tanto, hay que empezar a cambiarlos por completo si queremos evitar su desaparición.

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