Por las publicaciones que voy haciendo en el blog, cualquiera que las haya ido siguiendo, podría pensar que, cuando salen temas políticos, siempre doy caña a los mismos. Y fíjense que no es mi intención, pero es que hay cosas que las ponen muy a huevo.
Y es que, en esta ocasión, no he podido pasar por alto la polémica que se ha suscitado en torno al menú que degustaron los asistentes a la cena de gala de la XXXVII edición de los premios Goya, que tuvo lugar el pasado 11 de febrero, en Sevilla.
El cine, muy significado políticamente
De todos es sabido que el sector del cine es muy cercano, históricamente, a las fuerzas políticas de izquierdas. Prueba de ello es que, cuando gobierna la izquierda, estas ceremonias son un bálsamo de aceite. Muy diferente de citas en las que coincide con que administra la derecha, que son aprovechadas para hacer reivindicaciones de todo tipo.
Al margen de eso, lo que me ha llamado la atención en esta ocasión, es el menú elegido para la cena de gala de esta celebración, muy alejado de las recomendaciones gastronómicas que publica el Gobierno y que, para más inri, incluye entre algunas de sus degustaciones, jamón de jabugo, rabo de toro, morcilla, foie o paté de perdiz, entre muchos otros. Muy en la línea del manido discurso de la izquierda en contra de las granjas, la ganadería y toda esa serie de retahílas que les encanta divulgar.
Porque para dar discursos progresistas sobre lo que se debe decir, lo que se debe hacer o lo que se debe comer, son muy buenos pero, eso sí, que lo hagan otros mejor, que ellos con sacar unos premios en bronce reciclado de cara a la galería, ya han cumplido.
Un menú de altos vuelos
Y, por no hablar de que todo ese festín lo pagamos todos, que en realidad tampoco me parece criticable, puesto que un evento de ese calibre creo que merece un menú acorde a la importancia del acontecimiento, pero esta gente es de la que habría reprochado hasta eso, agarrándose a la situación de precariedad por la que pasan otros españoles o cualquier otro de los recursos demagógicos que suelen utilizar.
Y lo malo es que estas personas del cine y allegados, que se comen bien a gusto el jamoncito, la morcillita o el foie, es la misma a la que luego les falta tiempo para cargar sus armas en contra del sector cárnico, adoctrinando siempre que pueden en favor de dietas alternativas a la proteína animal o poniendo todo tipo de barreras en contra de esta industria que, por cierto, es sustento de muchísimos españoles que contribuyen igualmente a mantener la actividad del cine español.
La tradición culinaria, símbolo de nuestra cocina
Lo más gracioso de todo es que, los que se hayan encargado de la organización de este menú, habrán tenido que rendirse a la evidencia porque, desde luego, por mucho que exista una imperante ideología anti cárnica entre sus comensales, un banquete de este tipo no tiene nada que ver si, para su elaboración, se hubiera prescindido de productos tan característicos y saludables como el jamón, la morcilla o el rabo de toro, reconocidos fuera de nuestras fronteras y embajadores sin igual de nuestra gastronomía.
A pesar de toda esta crítica, tampoco quiero generalizar porque también soy consciente de que mucha gente votante de izquierdas, es completamente tolerante con nuestro sector, sabe de su importancia y lo promueve, pero quizá en estos tiempos en los que parece que está todo tan polarizado, resulta de lo más llamativo el menú elegido para esta ceremonia en cuestión.
Cuanta hipocresía!! Y mucho se ha dicho sobre el precio de esta cena y no sobre que esta compuesta de todo eso que luego tiran por tierra…