Mis disculpas en primer lugar por utilizar el reclamo de Don José Friguls como título para este artículo, que destaca la grave situación que enfrenta actualmente la industria cárnica y la ganadería de vacuno y ovino, especialmente. Esto incluye a toda la industria cárnica y, en particular, a las pequeñas y medianas empresas (pymes) que desempeñan un papel fundamental en la producción agroalimentaria de nuestro país, siendo descritas acertadamente como ‘la sangre del medio rural y la base de nuestra economía’.
Este artículo es una llamada de atención oportuna y nítida ante la influencia de Europa en nuestra producción cárnica. Diversos sectores en Europa promueven el Pacto Verde Europeo, que busca reducir la huella de carbono y fomentar la sostenibilidad para 2030. Sin embargo, detrás de esto, existen poderosos grupos internacionales que desean reemplazar la proteína animal por alternativas vegetales en productos que, aunque carezcan de carne, se asemejen y tengan el sabor de la carne, como mencionó recientemente María Sánchez Ruiz, Directora General de CARNIMAD, en su blog publicado en la revista Cárnica.
Directrices europeas
Es imperativo que España defienda los intereses del sector cárnico en Europa, especialmente durante su presidencia en el Consejo de Europa. Lamentablemente, los antecedentes no son alentadores, ya que las decisiones tomadas hasta ahora en Europa no han favorecido a nuestros ganaderos y procesadores.
Entonces, ¿qué podemos hacer si no podemos oponernos a las decisiones de Europa? ¿Cerrar y dejar a más de dos millones de personas desempleadas en unas 450,000 empresas del sector agroalimentario? Estas empresas han superado numerosos desafíos y han sido un pilar en momentos críticos como la pandemia de covid-19 en 2020 y otros problemas geopolíticos.
La solución está a nuestro alcance. Podemos reducir costes de producción, consumo energético, gastos de transporte y costes comerciales acercando al productor directamente al consumidor final y vendiendo parte de la producción localmente. Esto se puede lograr mediante la autorización de las autoridades públicas para la venta directa de productos de calidad, cumpliendo con todas las normativas sanitarias, en plataformas de venta locales gestionadas por los propios empresarios.
Soluciones sencillas y factibles
Si acortamos la cadena de producción, sacrificio y transporte, reduciremos costes y ofreceremos productos frescos y de calidad a un precio más bajo. Un ejemplo en el sector ovino-caprino muestra un ahorro estimado del 60-80 % en los gastos totales actuales.
En la situación económica actual, las pymes alimentarias deben defender su posición ante operadores económicos más grandes y consolidados. Si estas empresas cierran, la repercusión en el empleo y la economía, especialmente en zonas rurales, será catastrófica.
Debemos aprender de la geopolítica y mantener una producción propia de alimentos para evitar problemas de suministro y fluctuaciones de precios. Es esencial fortalecer nuestra producción alimentaria en colaboración con las pymes para garantizar nuestra seguridad alimentaria a nivel nacional.