Que un programa sobre agricultores y ganaderos gane un Premio Ondas no es solo una buena noticia para la cadena autonómica donde se emite el espacio. Es una señal de por dónde va –o debería ir– la conversación pública sobre el campo y la ganadería en España.
En una edición con 540 candidaturas procedentes de 18 países, ‘El campo es nuestro‘ se ha llevado el Premio Ondas al Mejor programa de televisión de proximidad. No hablamos de un espacio de puro entretenimiento, sino de un formato que pone delante de la cámara a ganaderos, veterinarias, agricultores y jóvenes que han decidido quedarse –o volver– al medio rural. Y eso, en un momento de movilización agraria, tensiones regulatorias y debate permanente sobre la carne, tiene mucha más carga simbólica de la que parece.
Hasta ahora, el campo aparecía en televisión muchas veces como decorado: paisajes bonitos, animales al fondo, alguna escena costumbrista. El Ondas a ‘El campo es nuestro’ rompe ese papel secundario. El programa convierte al sector primario en protagonista, con nombres y apellidos, con historias concretas y con conflictos reales: relevo generacional, burocracia, sostenibilidad, precios, innovación o bienestar animal.
Un escaparate para la ganadería y la agricultura
Para la ganadería, en particular, este premio funciona como escaparate y reconocimiento a la vez. Como escaparate porque enseña a un público mayoritariamente urbano que detrás de cada bandeja de carne hay profesionales formados, que manejan tecnología, que se juegan su patrimonio y que toman decisiones complejas cada día. Y como reconocimiento porque lanza un mensaje claro: hablar de campo, de granjas y de pueblos no es un “tema menor” y merece estar en un escenario mediático de primer nivel.
El discurso de una de las protagonistas del programa, la ganadera trashumante Judit Ballarín, lo resume bien: este premio también va “para todo el sector primario español” y, muy especialmente, “para nuestros padres y abuelos”. Es difícil encontrar una síntesis mejor de lo que está en juego. Sin esa cadena de generaciones, hoy no estaríamos hablando de modelos de producción, de exportación, de sostenibilidad o de bienestar animal… porque sencillamente no habría base productiva sobre la que debatir.
Cambiar la mirada sobre el campo
Desde la perspectiva del sector cárnico, el Ondas llega en un momento clave. Mientras una parte del relato público cuestiona la ganadería, un programa que muestra su cara profesional y moderna arrasa en audiencia y conecta con miles de espectadores cada tarde. No se trata de maquillar la realidad, sino de equilibrar el foco: junto a las críticas y los retos, también existen ejemplos de excelencia, innovación, respeto al territorio y compromiso con el bienestar animal que merecen ocupar espacio en la conversación mediática.
El campo se ha colado en los Ondas. Esta vez no como telón de fondo, sino como protagonista. Y lo ha hecho de la mano de quienes se levantan cada día para cuidar los animales, trabajar la tierra y mantener vivos los pueblos. Si un medio tan consumido como la televisión, aunque sea autonómico, ha decidido mirar hacia allí, quizá ha llegado también el momento de que el resto de la sociedad escuche con más atención a quienes llevan décadas sosteniendo el territorio… y llenando de contenido real muchas de las palabras de moda: sostenibilidad, proximidad, arraigo, calidad.
Porque, al final, el premio no solo reconoce a un programa. Reconoce una forma de mirar al campo. Y esa mirada importa –y mucho– en el futuro del sector primario y, por extensión, del sector cárnico. Que un formato así haya encontrado su espacio en una autonómica es una gran noticia; que todavía no exista nada parecido en las grandes cadenas estatales dice mucho de las prioridades de nuestra televisión. Quizá haya llegado el momento de que el campo deje de ser un tema “de autonómicas” y se gane, también, un hueco estable en la programación de alguna cadena de ámbito nacional.
