La Confederación Española de Detallistas de la Carne (Cedecarne) ha manifestado su disconformidad con el contenido del informe publicado por la OCU sobre hamburguesas envasadas, “por su falta de rigor, que contribuye a crear una falsa alarma y una imagen distorsionada de este producto y del sector cárnico”.
Según destacan “el sector cárnico es un sector ampliamente regulado por normativa tanto nacional como europea que garantiza la higiene y seguridad alimentaria de los productos cárnicos, trasladado en un etiquetado adecuado que aporta toda la información necesaria para que el consumidor pueda realizar sus elecciones de compra de forma razonada”.
También manifiestan que las empresas del comercio minorista de la carne cumplen por lo tanto con todos los requisitos de esta legislación y aplican además los procedimientos de una guía de prácticas correctas de higiene en la elaboración de sus productos.
Según señalan desde Cedecarne “en el artículo se vierten opiniones totalmente subjetivas como alegar que el uso de sulfitos en el burger meat es una triquiñuela legal, cuando en primer lugar, el sulfito es un antioxidante de uso ampliamente extendido en un amplio abanico de productos alimentarios (platos preparados, vinos, frutas desecadas…) sin que por ello debamos pensar que se utiliza para enmascarar la mala calidad de estos alimentos como se afirma en el artículo, y en segundo lugar su uso está perfectamente regulado por normativa tanto a nivel de los productos en los que se puede utilizar, como en las cantidades máximas permitidas”.
Por otra parte manifiestan que el sulfito aparece en el etiquetado de cualquier alimento que lo contenga, por su carácter alergénico, al igual que ocurre con otros componentes como el huevo, la lactosa, el gluten, etc. Cedecarne destaca que en el caso de los sulfitos la dosis máxima que se puede añadir es de 450 miligramos por kilogramo, lo que para una hamburguesa de 100 gramos supondría una cantidad máxima permitida de 45 miligramos de sulfito, “cantidad que difícilmente vamos a encontrar en alguno de estos productos”.
Cedecarne destaca que “el consumidor tiene que ser consciente que para encontrar en el mercado productos perecederos con una mayor fecha de caducidad, adaptada a sus necesidades, es necesario hacer uso de la ayuda tecnológica que aportan los aditivos sin que ello suponga una menor calidad del producto o un riesgo para su salud. Ello sería como poner en duda a toda la industria alimentaria”.
En cuanto al contenido en sal de las hamburguesas, Cedecarne no entiende con qué criterio objetivo establecen el valor de un 1 por 100 en sal como excesivo, cuando la FSA (Food Standard Agency) estableció entre sus objetivos a alcanzar para la reducción del contenido en sal en las hamburguesas en el año 2010, la cantidad de 1 gramo de sal por 100 gramos de producto, por lo que ese valor entraría en estos objetivos de consumo de sal.
Además destacan que el artículo induce a error al consumidor cuando da a entender que se utiliza carne de mala calidad en alusión al contenido en grasa. “Un aspecto es la composición de la carne, que varía en función de las distintas piezas, y su contenido en grasa y otra cosa es afirmar que una carne con mayor contenido en grasa es de mala calidad. La mala calidad debería basarse en la alteración de los caracteres organolépticos de la carne y no en su contenido graso, como pretenden insinuar en el artículo. No obstante, en relación con los parámetros utilizados en el artículo para definir la calidad de la carne, sería bueno conocer la metodología utilizada para la valoración de estos parámetros así como los resultados obtenidos para poder realizar una afirmación lo más objetiva posible”, manifiesta la confederación.
Asimismo recuerdan el acuerdo de reducción de sal y grasa firmado con la Aesan (más información en este enlace).