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Copa Cogeca denuncia que Europa importa pollos mientras que sus productores no comercializan 20 millones cada semana

Copa Cogeca ha publicado un trabajo realizado por Charles Bourns, responsable del área de carne de ave y huevos de la organización, en el que denuncia que las granjas no dan salida semanalmente a veinte millones de pollos mientras que las importaciones de terceros países están en aumento.

En su análisis, destaca que el sector avícola, al igual que el resto de la economía, está pasando por momentos difíciles al enfrentarse a las secuelas de la pandemia de COVID. En lo que respecta a las aves de corral, con el cierre de restaurantes, hoteles y servicios de catering, la magnitud del impacto en el sector no tiene precedentes. Cumplir los objetivos de la Estrategia “De la granja a la mesa” será financieramente imposible si no se hace nada para ayudar a la recuperación de las granjas ya que el nivel de capital que exige excede en gran medida el que son capaces de aportar en el actual entorno de mercado.

Importaciones sin precedentes

Las medidas de bloqueo han puesto fin al consumo fuera del hogar. Esto representa entre el 20 y el 40 % de la producción, dependiendo del estado miembro. Y, en el caso de algunas especies, casi el 100 %.

Al mismo tiempo, cada año se importan a la UE cientos de miles de toneladas de carne de ave de terceros países (principalmente de Brasil, Tailandia y Ucrania, así como miles de toneladas de huevos de Ucrania o los Estados Unidos). La mayoría de estas carnes se destinan al consumo fuera del hogar, y por lo tanto no se pueden comercializar ahora.

Esto ha dado lugar a una situación prevista de exceso de oferta, ya que las cámaras frigoríficas de toda Europa están a plena capacidad y los costes de almacenamiento siguen aumentando a medida que la crisis se agrava. De hecho, ya se han gastado más de 100 millones de euros en toda la UE. Paralelamente, en las últimas 7 semanas se ha producido una caída del 12 % en los precios, lo que ha ejercido una presión aún mayor sobre los productores europeos. Si esta dinámica continúa, muchos agricultores se verán obligados a abandonar el negocio. Esto tendrá un efecto dominó que resultará en la pérdida de miles de puestos de trabajo en las zonas rurales.

Si hay un cuello de botella a nivel de los criadores o procesadores, los efectos se sienten inmediatamente y durante mucho tiempo a lo largo de toda la cadena de suministro. Como resultado, muchas granjas sólo están parcialmente abastecidas o completamente vacías hoy en día. Tendrán pocos o ningún ingreso hasta que la situación vuelva a la normalidad, por lo que la situación es grave. Desde el comienzo de la crisis, el autor del artículo estima que se han perdido mil millones de pollos. Si se incluyen los patos y las codornices, aproximadamente veinte millones de animales no se colocan en las granjas cada semana.

Asegurar la supervivencia

A corto plazo, y para evitar el colapso total del sector y garantizar la seguridad alimentaria, los agricultores piden apoyo para mantener sus explotaciones, inversiones y puestos de trabajo, de modo que puedan estar preparados para reiniciar sus operaciones cuando vuelva la demanda. Bourns afirma que no se pueden permitir esperar años para que esta ayuda llegue a través de canales burocráticos complejos y confusos. Al mismo tiempo, en el caso específico de las aves de corral, la ayuda para el almacenamiento privado sería extremadamente útil mientras dure el cierre de HORECA.

Sin embargo, en una situación en la que los precios están bajando debido a un exceso de oferta, y mientras muchas granjas están vacías y los actores de la cadena de suministro no trabajan a plena capacidad, es evidente que las importaciones de terceros países deben ser gestionadas estrictamente de acuerdo con los cambios en los hábitos de consumo. Las autoridades deben asegurarse de que esas importaciones se ajusten al derecho internacional y sigan la letra de los tratados.

Bourns concluye recordando que la producción avícola de la UE tiene los estándares más altos, pero el respeto de las normas la hace débil frente a la carne importada con costes de producción mucho más bajos. A largo plazo, hay una solución tanto para las necesidades del productor como para las demandas del consumidor que también es neutral en cuanto al presupuesto: el etiquetado de origen para la carne fresca, refrigerada o congelada, y para los productos procesados. Esto debe aplicarse a los productos avícolas vendidos al por menor, así como en hoteles, restaurantes o catering.

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