El Gobierno de Aragón inauguró oficialmente el pasado viernes la planta de biogás de Zaidín, ubicada en Huesca y gestionada por la empresa Griñó Ecològic. Esta infraestructura, resultado de una inversión de 11 millones de euros, tiene la capacidad de tratar anualmente 205.000 toneladas de purines y otros residuos procedentes de la industria agroalimentaria y restos agrícolas.
Una solución a la sobreproducción de purines
La planta de Zaidín es parte de un esfuerzo regional para gestionar el excedente de purines generado por la creciente actividad ganadera porcina de Aragón, que cuenta con unos 10 millones de cabezas de ganado.
Los campos de cultivo de la zona no son capaces de absorber todo el purín, lo que genera un problema de contaminación de los acuíferos por compuestos nitrogenados. Esta planta, junto con otras instalaciones en Capella, Valderrobres y Peñarroya de Tastavins, busca dar respuesta a este reto medioambiental.
Una alternativa de gestión al purín porcino y a los estiércoles
El principal objetivo de la planta de Zaidín es ofrecer una alternativa de gestión al purín porcino y a los estiércoles excedentarios generados en la zona, que no pueden aplicarse directamente al terreno como abono. Mediante un proceso de biodigestión y desnitrificación, se convierte el purín en biogás, el cual será transformado en energía eléctrica y calorífica, además de subproductos finales compatibles con el aprovechamiento agrícola. De esta forma, se contribuye a la reducción de la contaminación de los suelos por nitratos y la emisión de gases de efecto invernadero.
La planta sigue un proceso que incluye la separación de fases sólido-líquido, el tratamiento del nitrógeno mediante nitrificación-desnitrificación (NDN) y la producción de biogás a través de la digestión anaerobia. El biogás generado, con una alta concentración de metano, se utiliza para generar energía renovable y calor, mientras que la fracción sólida obtenida se utiliza como fertilizante y la fracción líquida se emplea para fertirrigación.
Datos de producción y exportación de energía
La planta tiene un potencial máximo de producción de 2.230.000 m³ de biogás anuales. De la energía generada, una parte se destinará al autoconsumo de la instalación, y aproximadamente 0,5 MW serán exportados a la red eléctrica, lo que refleja el impacto directo de esta planta en la generación de energía renovable. Además, en términos de producción de compost, se estima que un 30% del material tratado (unas 50-60 toneladas) será aprovechado como fertilizante.
Impacto económico y social
Además de su relevancia medioambiental, la planta de Zaidín juega un papel importante en el desarrollo socioeconómico de la región. La creación de puestos de trabajo cualificados es clave para la vertebración territorial y la retención de talento en zonas rurales, contribuyendo al desarrollo del tejido agroalimentario y a la sostenibilidad económica de la región.
El presidente ejecutivo de Griñó, Joan Griñó, ha destacadp la importancia de la instalación, afirmando que “con esta planta, no solo respondemos a las necesidades de agricultores y ganaderos, sino que también contribuimos a proteger el entorno natural y a maximizar la producción de energía, todo ello en el marco de una colaboración público-privada”.
Un ejemplo de colaboración público-privada
El proyecto fue adjudicado por el Instituto Aragonés del Agua en 2019, y desde entonces, la empresa Griñó ha realizado diversas mejoras para garantizar un funcionamiento eficiente y adecuado a los retos medioambientales actuales.
