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carne de conejo

Mª Luz de Santos, Directora de INTERCUN: “Nuestro mayor problema es el descenso sin freno del consumo de carne de conejo desde 2007”

Por Miriam PérezDirectora del área Cárnica

Nos hacemos eco de la sección ‘El sector opina’, del número impreso de la Revista Cárnica, en el que damos voz a las Interprofesionales y Asociaciones para que expresen en primera persona la situación de sus respectivos campos de acción. En esta ocasión, es el turno de INTERCUN. Su Directora, Mª Luz de Santos, escribe unas líneas para hablar sobre la situación de la cunicultura, el consumo de carne de conejo y sus retos:

Los últimos años están siendo complicados para el sector de la carne de conejo. Un sector que debido a su dimensión limitada tiene mayores dificultades que otros sectores cárnicos para afrontar las adversidades que va encontrando en el camino.

El mayor problema es el descenso de consumo de carne de conejo que, aunque ha sido muy gradual, realmente ha continuado sin freno desde el año 2007. Son varios los trabajos que hemos llevado a cabo desde la interprofesional para identificar las razones que han llevado a este descenso y todos parecen señalar un motivo de peso: el consumidor está cambiando.

Las tendencias de consumo actuales evolucionan hacia la compra de alimentos con preparaciones simples y rápidas, que sean adaptables a un ritmo de vida en el que cocinar es una actividad que se reserva para ocasiones especiales. En este nuevo escenario el consumidor no valora la carne de conejo como una opción debido al desconocimiento de la versatilidad y conveniencia de la misma.

Sin embargo, seguimos confiando en los aspectos diferenciales de la carne de conejo como alimento sano y saludable. Una carne con tan baja proporción en grasa y tan rica en contenido proteico que sabemos que encaja perfectamente en las tendencias actuales, donde los consumidores se preocupan cada vez más por su salud y por su dieta.

Pero no es únicamente el descenso del consumo lo que golpea a nuestro sector. El margen de beneficio con el que lidian los operadores es cada vez más estrecho y se ha acentuado en los últimos años por el aumento de costes de las materias primas y energía. En este sentido, también se ha percibido una reducción de la rentabilidad de las granjas a consecuencia de los descensos de producción causados por problemas sanitarios. 

El conejo es un animal de alta mortalidad (y por ello tan prolífico) y esto lo hace una especie ganadera especialmente compleja. Desde el momento en el que España desarrolló el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) los cunicultores se implicaron de lleno con el mismo, consiguiendo de hecho grandes resultados en reducción del uso de antimicrobianos. No obstante, esta reducción ha tenido importantes consecuencias, como la aparición de enfermedades emergentes y reemergentes o el descontrol de otras como la Enteropatía Epizoótica del Conejo, cuyo agente causal es desconocido y tradicionalmente ha sido controlada por la administración de antibióticos en pienso.

La estrategia De la Granja a la Mesa, al igual que para muchos otros sectores agroalimentarios, también está suponiendo un importante reto para la cunicultura. La última propuesta legislativa presentada por la Comisión Europea (CE) ha sido la de protección del bienestar animal durante el transporte (actualmente bajo periodo de consulta), que es un ejemplo de las ambiciosas medidas que la Unión Europea (UE) está adoptando para el cumplimiento de sus objetivos y que en su conjunto podrían suponer un aumento considerable de costes para la actividad cunícola (y muchas otras posiblemente) con negativas consecuencias.

Si bien todos los operadores del sector ganadero-cárnico coinciden en que el bienestar animal es fundamental para la sostenibilidad de su actividad, la CE propone una serie de requisitos que atentan contra la viabilidad de esta. Así es el ejemplo del espacio mínimo disponible por animal que, entre la altura mínima necesaria de los contenedores de transporte y la densidad máxima de carga animal, implicaría la utilización de 2,5 camiones de transporte de conejos para trasladar el mismo número de animales que actualmente transporta un único camión. 

Y es que uno de los mayores riesgos que estas y otras propuestas legislativas traen consigo es que, a pesar de ser uno de los principales requisitos tanto de la industria alimentaria como del consumidor, no vienen acompañadas de “cláusulas espejo”. A pesar de los múltiples esfuerzos realizados, los responsables políticos europeos al final siempre dan la misma respuesta: “es muy complicado imponer todas estas medidas a los terceros países que quieren importar a la UE”; por lo que el inevitable futuro que nos depara por este camino es uno en el que los alimentos frescos serán, irónicamente, notablemente más caros y con estándares más bajos de bienestar animal, sostenibilidad ambiental y seguridad alimentaria que los actuales.

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